Dos testimonios diferentes

Ayer leía el siguiente testimonio de una chica que fue adoptada cuando era pequeña. Me ha parecido muy interesante:

http://intelligent-studios.hl84.dinaserver.com/adoptados/index.php?option=com_content&view=article&id=83%3Alaura&catid=35%3Ami-historia&Itemid=27

Y en el otro lado del 'hilo', he leído hoy el escrito de una madre a quien tengo el placer de conocer y querer, que vino hace poco con su hijo. Tan deseado y esperado. Ella ha pasado por muchos obstáculos hasta que la vida les ha unido por fin... Por eso comparto aquí sus pensamientos, porque creo que también son importantes...

"Nunca pensé que a un niño de 4 años se le llamara "mayor". Desde luego, desde la perspectiva de que al mío de 8 no le dejo ni cruzar la calle solo... uno de 4 me parece todavía un bebé. Pero los que tenemos contacto de una manera o de otra con el mundo de la adopción sabemos que hay fronteras invisibles entre los grupos de edad, hasta los 2, hasta los 4, hasta los 6... Llevo años leyendo mensajes en los que a los niños de 4 años se les llama "mayores, y a los de 2 con el eufemismo de "mayorcitos"... Aunque a mí me siguen pareciendo bebés... Entonces, aunque no esté muy de acuerdo con estas definiciones, quiero hacer un pequeño alegato de por qué adoptar un niño "mayor".

Todos los niños son una maravilla, un pequeño milagro de la vida. Los bebés son maravillosos, entrañables, achuchables y mil cosas más. Es realmente tentador aparecer en su vida en el minuto uno y acompañarles en su lento despertar al mundo, conociéndolos desde que són sólo un pellízco de carne que apenas come y duerme hasta que se hacen adultos. Pero un niño mayor... un niño mayor tiene un algo especial que no puede tener un bebé, el conocimiento, la consciencia de la situación que viven. Un niño mayor desespera por tener una familia y cuando por fin la consigue, te sobrecoge el corazón ese descubrimiento que te llena la cara de lágrimas cada vez que asoma por tu cabeza y es... ¡cuánto necesitaba una familia! Se le nota en cada movimiento, en cada caricia, en cada sonrisa. Nació para tener una familia pero se frustró por el camino y ahora que vuelve a tener una, tódo en él demuestra cómo la echaba de menos. Cómo llena nuestras vidas con sus risas, su felicidad recién adquirida, y es que a nuestra familia, le hacía mucha falta también un niño "mayor".

Un niño "mayor" tiene también otra particularidad que no tiene un bebé, y es una perenne cara de sorpresa y ganas de festejarlo todo. Todo es sorprendente, los coches, los autobuses, los grifos, los juguetes, las pinturas, las camas mullidas con mantas suaves, ¡la playa!! ¡La "pistina"!!, los dibujos animados... ese descubrir el mundo de golpe que hace que sus ojos brillen y su sonrisa se ilumine. Y ¡ains! esas fiestas delante de los platos de comida sabrosa, los caramelos, y desde luego, los mimos, los besos, las caricias...

Durante todo estos años en los que estaba "adoptando" una de las cosas que más intrigaba a la gente que nos rodeaba era el tema de la edad... un niño "mayor", bufff, cuanto problemas de adaptación... luego no podrás hacerlo como tu quieras... (como si los niños fueran arcilla ¡ja!), estás tonta, pide un bebé que por tu edad te corresponde... (de las necesidades especiales ni hablamos) Ahora os digo que adoptar un niño mayor, aún con los problemas de adaptación que eso puede suponer, es algo que te remueve todo lo que llevas dentro, no deja nada entero. Cada vez que lo miro, que lo oigo trastear por la casa me doy cuenta. Se merecía una familia, la necesitaba como a respirar. Y siento que la vida ha sido terriblemente generosa conmigo al concederme mis dos hijos, y creo que esa felicidad que destila, esa alegría suya que inunda la casa, paga con creces cualquiera de los sinsabores que la crianza pueda tener. Y de su necesidad especial, ni me acuerdo. No es tan terrible. Ellos hacen que todo sea infinitamente fácil con su alegría y su valor. Un beso."

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